Monday, December 09, 2013

LAS OTRAS VICTIMAS

LAS OTRAS VICTIMAS
En general, las víctimas de la violencia han conmovido desde siempre a la sociedad. Y más en nuestro país, en el que  es tan fácil caer como consecuencia  de las balas o las bombas de cualquiera de las múltiples facciones del conflicto que nos azota.

Nos duelen porque entendemos que son un reflejo de nuestros propios miedos, porque  nos hacen entender que mañana podemos ser nosotros mismos o nuestras familias quienes estemos aterrados llorando a un ser querido o sufriendo por el desplazamiento forzoso a que fuimos sometidos o lamentando la pérdida de nuestros bienes personales conseguidos con tanto esfuerzo y sacrificio.

Son como fantasmas que nos rondan y nos conduelen y nos sacuden la conciencia, la solidaridad y el espíritu.

Y como un colectivo los apoyamos. Los acompañamos de corazón en su dolor, participamos de las colectas que buscan aliviar un poco el sufrimiento que los agobia, acudimos con ellos a las marchas de apoyo o de rechazo a una causa cualquiera que implique demostrar el repudio que le tenemos como sociedad a involucrar a la población civil en la contienda, provenga del bando que sea.

Y rezamos por ellos y los estudiamos con las herramientas de la sicología, la antropología y  la sociología y les ayudamos a hacer catarsis desde lo religioso,  lo académico o lo político. Y la prensa les hace eco y el arte trata de interpretar su condición y las oenegés los apoyan y hasta el Papa los bendice e invoca la ayuda divina. Y les hacemos murales con sus fotos  para la recuperación de la memoria histórica y escribimos libros a la manera del “Nunca más”.

Y todo eso está bien, y hay que hacerlo. Es necesario para la preservación de una mínima dignidad social. Porque sabemos que ellos han puesto hoy el dolor y la carne herida y la pérdida de la paz y del sosiego y el funeral y el desarraigo.

Y mañana puede que seamos nosotros, entonces elevamos nuestras plegarias, les brindamos toda nuestra solidaridad y apoyo y de paso alivianamos el pesado fardo de nuestra conciencia pasiva y acomodada.

Pero hay otras víctimas de la violencia que tienen su propio dolor y su propia manera de enfrentar el duelo. Son los que tienen recursos, los que han estado siempre en la orilla de los privilegios y no se resignan a perderlos sin dar la batalla al precio que sea. Y cobrándole  caro a la sociedad en general la osadía de haberse atrevido a vulnerarlos.

Y el país ha temblado con el vértigo de su retaliación y  los efectos secundarios de su venganza. Muchas veces ha salido más costosa su revancha y su proceder iracundo se ha visto reflejado en el doble de desplazamientos, de corrupción desaforada, de masacres, de usurpación de tierras, de entrega de los presupuestos regionales, de desempleo, de vendettas indiscriminadas. Su arrogancia de dioses iracundos explica la más grave historia de desarraigo, muerte y violencia en los últimos años, en una sociedad que ve con impotencia que el origen de la agresión comienza en un bando y es respondido con el doble de contundencia y agresividad por el otro, con efectos secundarios irreversibles que siempre son asumidos por la población indefensa que mira desde el centro con impotencia y resignación.

Y es que no se puede negar que también ellos son víctimas de una guerra que no parece tener fin.

Pero nos ha dolido ver que sus remedios han sido peores que la enfermedad. Hemos pagado mil veces por ello sin tener la culpa. Hemos tenido que entregar la paz, el estado, el presupuesto, la tierra y la tranquilidad. Por eso le rogamos a la Providencia que casos como los de la muerte del papá de Álvaro Uribe, del secuestro del papá  de Pablo Escobar, del secuestro y muerte del papá de los hermanos Castaño, o la del secuestro de la hermana de los Ochoa Vásquez o el magnicidio de Galán o el de Gaitán, o de las muertes a familiares de jefes guerrilleros y miembros del cartel del norte del valle no se vuelvan a repetir. Hemos pagado todos un alto costo por esos asuntos. Hemos sufrido y sacrificado demasiado por ello y para ellos.

Y ya aprendimos que debemos temblar cuando algo hace clamar venganza al poderoso. Ya sabemos en qué van a parar las cosas. Y no nos queda sino rezar, escondernos y rogar que ninguno de los nuestros caiga en la próxima bomba, sea víctima de la bala perdida o caiga en la lista de los delatores que bajo tortura son capaces de decir cualquier cosa. O muera por falta de atención en un hospital cuyo presupuesto les fue asignado o perezca en una carretera deshecha pagada  cinco veces o muera por una infección transmitida por un acueducto que se robaron siete veces siete. ¡Que Dios no sorprenda confesados!

Sunday, December 01, 2013

EL ESCRITOR ARGENTINO ANDRÉS NEUMAN NOS ESCRIBE

A propósito de la página DECÁLOGOS AJENOS (Tips de los maestros, organizados en listas), el escritor argentino Andrés Neuman nos escribió con el fin de hacernos conocer su posición en lo que respecta a una polémica que lleva varios años, relacionado con un duodecálogo para escritores que él escribió y que en algunas páginas de internet atribuyen a Erskine Caldwell.  

(Ver una reflexión en: http://vivirdelcuento.blogspot.com.es/2006/11/parecidos-razonables.html )

Los textos se incluyen en un capítulo del presente blog:

http://emiliorestrepo.blogspot.com/p/decalogos-ajenos.html

en donde se pueden leer una larga colección de decálogos literarios y consejos de escritores que he recogido con el paso de los años.

A pesar de su juventud, Neuman ha consolidado una reconocida y fructífera carrera literaria, como se puede ver en estas referencias:
http://es.wikipedia.org/wiki/Andr%C3%A9s_Neuman

http://www.andresneuman.com/

Este es el texto que nos suscribió Andrés Neuman:



Andrés Neuman said...
Estimado Emilio,

saludos y muy interesante la recopilación de decálogos. Respecto al supuesto texto "de Caldwell", el mismo jamás existió, y eso puede comprobarse muy fácilmente.

Como es natural, Erskine Caldwell escribió toda su obra en inglés. Pero si buscas el pretendido "original" en lengua inglesa, comprobarás que dicho autor jamás escribió ese texto, ni tampoco uno parecido. Lo único que encontrarás en Internet será el texto en lengua española, por la sencilla razón de que fue escrito por mí y no por un autor norteamericano. Quien de verdad esté interesado en conocer la verdadera autoría del dodecálogo, no tiene más que hacer esa sencilla búsqueda. Me sorprende que quienes han dudado sobre este punto no se hayan preguntado por qué el texto sólo aparece en castellano, y por cierto la gran mayoría de las veces atribuido a mí.

Por todo esto, te ruego respetuosamente que borres del post esa duda o "parecido sospechoso", que como comprenderás me produce una ofensa; así como el supuesto decálogo de Caldwell, que no es más que el mío propio, que en su edición original iba encabezada por una breve cita de dicho autor. Un día un tallerista copió y pegó en Internet mi texto, atribuyéndoselo por error a Caldwell (quien, insisto, jamás en su vida escribió ningún dodecálogo). Y ese error fue propagándose por un cierto número de páginas sobre el tema, hasta llegar a ti.

Espero haber despejado tus dudas y te agradecería mucho la rectificación del post, para no seguir alimentando este garrafal error entre los lectores, quienes merecerían conocer la información exacta. Un saludo cordial de

Andrés Neuman


Posteriormente, anotó:


Blogger Andrés Neuman said...
Estimado Emilio,

ante todo agradezco el eco que te has hecho de mi mensaje, enviado desde el máximo respeto. Ahora bien, como acto de mínimo rigor literario, para que esta supuesta discusión que das por abierta fuese tal, lo ético sería que aportases alguna prueba del supuesto texto original de Caldwell (cuya existencia tú pareces considerar al menos como posible). De lo contrario, y mucho más allá del derecho legal, que desde ya me asiste, lo honesto sería que rectificases la información de tu post para adecuarlo a la verdad del asunto. Esa es una de las responsabilidades de la difusión pública de ideas. Mis pruebas son sencillas: los registros legales e ISBNs de mis libros. Entre los que se incluyen, por supuesto, los libros donde figuran aquellos dodecálogos sobre el cuento que reprodujiste, y que naturalmente cuentan con su correspondiente copyright. En ningún momento te estoy pidiendo que elimines esos textos de tu blog, sino sencillamente que informes adecuadamente de su autoría real. Me parecería un pequeño acto de justicia que no te costaría ningún esfuerzo hacer. Saludos cordiales de
Andrés
8:08 PM
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La discusión queda abierta, por si alguien quiere aportar elementos nuevos en cualquiera de los dos sentidos. Neuman es claro en explicar que el decálogo suyo fue atribuido a Caldwel por una ligereza de alguien que lo copió en un post, malinterpretando un epígrafe que lo citaba. En las diferentes búsquedas, no hemos podido encontrar el supuesto original en inglés, además como dice el escritor argentino, a él lo respaldan los registros legales de sus libros, en uno de los cuales apareció originalmente el listado en discusión. En realidad, creo que tiene razón, todo parece indicar que es de su autoría; al parecer el efecto viral de cómo se reproducen algunos conceptos en internet ha propagado esta discusión, sin que el bueno de Caldwel (muerto en 1987) se haya siquiera dado por enterado. En las páginas que hablan de su vida y obra, no se hace referencia a la lista de consejos  de la polémica.